miércoles, 26 de diciembre de 2012

Camino


Un año nuevo es como un cuaderno sin estrenar. Hojas blancas y crujientes y olor a librería. ¿Con qué lo vas a completar? Podés ponerle colores, dibujos, palabras, silencios. Hay tanto de voluntad como de azar en lo que trae un nuevo año. ¿Existe un sinónimo para año? ¿Cuál sería? (...) Bueno, pensalo.

Ojalá que este año traiga claridad. Siempre pido lo mismo. Claridad, voluntad, suavidad. Verde, azul, algún rojo. Mucho amarillo y blanco. Violeta, siempre. Agua fresca y algún sifón. Ventanales llenos de cielos. Volar un poco, en avión o en patineta. Hacer la vertical y ver todo patas para arriba, diferente, nuevo. Ser un poco más y aparentar un poco menos, en lo posible nada. Andar mucho y descubrir. Reírse a carcajadas, hasta que te salgan lágrimas. Amar hasta quedar exhausto, incluso cuando te provoque dolor, miedo, tristeza. Encontrar tu propia manera de vivir, deshacerte de ese molde en el que te dijeron que tenías que encajar. Rompelo. Tiralo. Ni siquiera vale la pena que lo modifiques, porque un molde te limita, inevitablemente.

¿Y quién soy yo, tan imperfecta, testaruda, temperamental, obtusa, para darte consejos? Nadie. No es esa mi intención. Ya sabés que me escribo para volver a descubrir cada vez qué camino nuevo puedo encontrar. Porque para mi "año" es sinónimo de "camino". ¿Coincidimos?

No pidas lo que no podés dar. Es injusto y pretencioso.

Entonces, repaso: amar, sentir, escuchar, cantar. Abrir. Cambiar. Hacer, hacer, hacer, hacer. Crecer. Estiraaaaarse. Y de nuevo, amar.

All you need is love. Beatles a mi.

¡Feliz Año Nuevo! Y que el 13 no te asuste: el mundo se terminó y empezó otro, como cada vez que desees que así sea.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Margot


Noviembre me dejó sin palabras. No encuentro. No sé. Con "no" de noviembre. ¿El futuro? Quién sabe. El pasado ya fue. Trato de enfocarme en el presente. Y claro: no tiene palabras. Porque cuando quiero ponérselas ya es pasado.

Ahora. Listos, preparados, ¡ya! ¿Cuántas brazadas más tengo que dar? Cuando pienso que ya llegué, la pileta se alarga. La pared es una ilusión: no hay. "The sky's the limit". Pero yo quiero llegar. ¿Alguna vez será? Otra vez el futuro. No sirve. Y otra vez un "no", en noviembre. Diciembre dirá "sí": Di-ci... (más futuro... uff...).

No digas sí, dí oui.

¿Y sigo caminando como la Pantera Rosa, a paso largo para llegar a vos? Para llegar a mi. Ya no soy tu Margarita, ahora me llaman Margot.

Listos, preparados, ¡YA!

domingo, 21 de octubre de 2012

Door


Desde hoy al mediodía vengo pensando en que soy como un caracol: mi casa soy yo. Un caracol que ama pero que no está dispuesto a reptar.

Me gusta el sol. Me gusta que brille, que caliente. ¿Que queme? No. Yo siempre uso protector. 

No me gusta llorar, aunque a veces me hace falta... De mis ojos salen ríos que van regando mis pies, y así las raíces se hidratan y puedo reverdecer. Cuando lloro siento que algo se despega, algo pringoso y desagradable, una especie de red que me paraliza. ¿Y las manos? ¿Y las piernas? ¿Para qué las tenés? ¿Y la cabeza? ¿Y el corazón? Eso: ¡el corazón! Late, mujer... ¡¡¡Vive!!! ¡Ahí está! ¡Te recuerda a cada momento, a cada instante que estás viva! Qué necedad no querer escuchar...

The long and winding road that leads to your door... 

Your door es my door... Y si no coinciden... Cartón lleno: game over. La boina: no te olvides de la boina... ¡Tenés tres! Dos vascas y una berlinesa. Y tus bombas son de sueños. Y tus manos pueden escribir. Y tu voz puede cantar. Y tus ojos aprenden a ver. Y seguirás aprendiendo hasta morir. Y tal vez más allá.

Volvé a visitar a Spinetta que sobrevuela la Biblioteca Nacional en naves como la del Capitán Beto. Y la bandera de River. Y sus guitarras. Y sus manuscritos. Y sus dibujos. Eso es vivir: quedándote o yéndote.

Amor. Ay, el amor. Pan con manteca y café con leche (o menú con papas fritas y good show).

No, no escribo incongruencias: ¿vos te entendés? Yo sí: mucho más de lo que creo. Mientras pueda drenar, va a estar bien. Si, sí: ya sé... ¡a nadar! Mientras nades no te vas a ahogar.

Algún día escribiré algo que les sirva a los que leen. Creo. No sé. Seguramente nunca. Lo mío es auténtica autoayuda. Por ahora.

Y llovía, llovía...


domingo, 30 de septiembre de 2012

El cielo es de todos


Voy volviendo a mi. Salgo de vos y entro en mi, otra vez. Esto es casa. Y aunque me den ganas de llorar, aunque quiera encontrar el futuro en el ahora, cuando vuelvo a casa encuentro paz. Mi paz. Tus ojos son míos, mis manos son tuyas. ¿El cielo? El cielo es de todos. Pero en casa, las nubes se despejan si soplo fuerte. Yo sé despejar mi cielo, aprendí... Cuánto costó.

El nudo del ego en el estómago. No. No quiero. No me lo merezco. Tengo todo lo que tengo que tener. El amor existe: yo lo sé. Y brilla. Y es transparente. Pero cambia de color. Algunas veces es azul, otras verde... Y a veces tan transparente que no se ve. El color ideal. Un arrorró. Soñar no alcanza: vivir, sí.

¿Y si un día empiezo a volar? Hace tiempo que sueño con dar vueltas en el aire, cerca del sol. Y me lanzo hacia atrás, boca arriba, para no perder detalle. Y el nudo se deshace: el amor sostiene.

No dejo de soñar. Pero hago esta vez. No quietud. No más. ¡Con lo que me gusta caminar! Qué se yo cuántos caramelos quedan en mi bolsa cuadrillé celeste y blanca como la que llevaba al jardín de infantes del Normal 4...

¿Que qué es la felicidad? Uf, tantas cosas...

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Para volar más alto


Late fuerte. ¿O no late? Late de latir: no estoy en Italia. Claro, no: sería latte. ¿Sabés? Ahora nado espalda. Miro al techo, miro al cielo. El corazón me late fuerte y miro al cielo. Hay sol. Siempre hay sol. Aunque llores: hay. Y la meseta se me hizo montaña. De golpe. A los ponchazos. ¡Cuánto placer vivir! Y recuerdo mi viaje a Ushuaia, y que volar me da miedo, pero cuando despego, me emociono: estoy viva. Y todo es tan chiquito. De golpe. Y el cielo está tan cerca. Mar, tierra, cielo, aire, sol: todo ahí, a tu alrededor. Y Radiohead entrando desde mis oídos hacia el corazón. Que late. Y (otra vez de golpe) la monotonía –que no es monótona– desaparece y detrás de una montaña se asoma el fin del mundo... ¿O el principio?

Volar me da miedo pero cuando despego soy feliz. Con la vida me pasa lo mismo. Exactamente lo mismo. El miedo me hace sentir viva. Y del temor a la carcajada. Y del hoy a quién sabe dónde. 

...

Laberinto. No, laberinto no. Es mucho más fácil. Si te subiste, vas a despegar. Sí, vas a despegar. Creo que ya despegaste cuando decidiste subir a pesar del miedo.

Cada vez que llego a la pileta, me tiro de cabeza. Debajo del agua me siento más liviana, veo todo azul y hay silencio. La paz. Cuánta paz.

No tiene final esta vez. Queda abierto.
(Tengo una varita mágica que me prestaron).

sábado, 25 de agosto de 2012

Hoy


Y tengo que drenar, drenar, drenar. Y te dejo en paz y me dejo en paz. Y sigo nadando, y pensando. O mejor, dejo de pensar. No pensar. No pensar. Seguir viviendo sobre mi balsa, remo en mano. Qué lindo que de vez en cuando me topo en este río con un salto que me acelera el corazón. Adrenalina por lo que vendrá, por lo que hay. Ser, vivir, estar. Reír, llorar. ¡¡¡¡Sentir!!!! Escribir rápido, durante la pausa de una película romántica de sábado a la tarde.

Presente. Eso: presente. Hoy.


domingo, 29 de julio de 2012

El color ideal


Si entrecerrás un poco los ojos, podés enfocar mejor. Tal vez por eso los orientales manejan un nivel de sabiduría superior. Bueno, no sé si se trata de superioridad, pero pueden ver las cosas con una sencillez que te acomoda los pensamientos rápidamente. Alinear cabeza, corazón y espíritu. Ver las cosas como son, pero a lo mejor con un color propio, nuevo. Ideal, no: distorsiona. Además, ¿cuál es el color ideal?

Hoy mientras nadaba y pensaba (para eso voy a nadar) me pasó algo interesante: de ida casi lloraba por un pensamiento que se me cruzó entre la gorra y las antiparras y cuando estaba pegando la vuelta, le pegué la vuelta a esa idea triste y se volvió esperanzadora... ¿Será que los orientales son buenos nadadores? ¿Será esa la intención de las señoras (y señores) que se estiran la cara hasta parecer orientales? A lo mejor estamos equivocados y no es una manera de sostener el ego de la juventud. Sí, ya sé... Estoy destilando ironía en este comentario. Pero si no la destilo acá, ¿en dónde? ¿Para qué escribís, si no?

¿Te acordás de los caramelos Suchard? Eran unos que venían envueltos en papel blanco y los extremos  tenían colores acordes al sabor. Apenas los probabas eran ácidos, pero después se volvían dulces. ¿O era al revés? Creo que me parezco un poco. Un poquito, nada más. Y solo a veces.

Están repitiendo las pruebas de natación de hoy. Las voy a volver a ver. Me encantan los nadadores. Ellos deben saber lo que yo trato de descubrir.

A sus marcas...
Listos...

domingo, 1 de julio de 2012

Con "A" de Amor


Ruidos de domingo anocheciendo. 

Casi siempre escribo los domingos, esquivando el ocaso del fin de semana... Eso es un cliché: a mi no me deprimen los domingos. Me deprimen la soberbia, la violencia, la insensibilidad, el enfrentamiento innecesario. Y me enciende la música, nadar, bailar, amar y un montón de cosas más como, por ejemplo, las empanadas de carne de Amelia. 

Amelia es hija de un vasco grandote y fuerte y de una descendiente de tanos con una polenta que te la voglio dire... Ella dice, y cuando dice, te mira a los ojos. Es frontal y es payasa. Dura y tierna. Fuerte y débil. Transparente. Ella te abraza aunque no lo haga. Te abraza con arroz con leche y a veces con sus brazos pulpo y sus manos bellas. Te sostiene aunque esté lejos. Y ahora que está cerca, me tomo el colectivo y la voy a visitar. Y cuando entro a su casa cálida, moderna, colorida, siempre perfumada e impecable, entro nuevamente a su matriz, a mi refugio.

Amelia es mi mamá. Y tengo tanta, tanta suerte...

domingo, 3 de junio de 2012

Ochentoso


Salty bland, sería. O por ahí, ¿entendés? "Sosa con sal". Es decir que yo me llamaría Marianne Bland. Menos mal que nací en Argentina... Claro: si ya de entrada te etiquetan de "blanda"... ¿cómo encarás la vida? Bué, como cuando te viene el Sosa en la libreta: con sal.

Pero venía pensando que a los penales no. Injusto. ¿No existe otra manera de definir? Este texto no tiene rumbo. Y si entramos en la filosofía barata (y en chancletas, encima) más que rumbo nos vamos directo al fondo.

Ruuuuummmmmmmmmmmmmm... Una moto. Silencio. En el fondo se escucha la radio del vecino de arriba. Creo que está viendo el partido, porque de golpe grita como loco. Todavía no entiendo para quién hincha. El partido está 0 a 0.

Paré de tipear un rato. Atendí el teléfono: una encuesta que no voy a contestar. Es domingo. ¿Hay algo más deprimente que responder una encuesta telefónica un domingo a las 20:40? Dicen las estadísticas que hay mucho suicida dominguero. Yo no entiendo bien por qué. No es para tanto. Buen fin y mejor principio.

Nada. 

(He llegado hasta tu casa
Yo no sé cómo he podido
Si me han dicho que no estás, que ya nunca volverás
Si me han dicho que te has ido)

Estoy probando el experimento de ponerme a escribir cuando no se me ocurre nada que decir. De hecho, estaba quitándoles las hombreras a un tapado ochentoso que intento modificar y, como la costura no es mi fuerte, lo dejé por la mitad. Si me lo pongo así voy a parecer media chica Palmer. O cero. O nada. (Seguimos 0-0).

Mejor no lo leas. Por favor, no lo leas.

¡A los penales, no!
¡A los penales, no!

(El partido tenía un claro destino de cero, dijo el relator...)

domingo, 13 de mayo de 2012

Desprolijo (sucio, no)

Ta, te, ti
Suerte para...

Me pongo a escribir. Escritura de domingo (medio fulero... ¿Rulero? ¡Cero! ¿Agujero?...).

No, no, no... Cambiame el switch. Subí. Primero, prendé la luz (es que ya se hizo de noche). ¿Ves las escaleras? Unas para arriba, otras para abajo. Elegís. El esfuerzo es casi el mismo. Aunque subir cansa un poco más, el aire se renueva y después te sentís mejor. O no, pero subiste. Y si bajás, viste cómo es: sótano, humedad y en el peor de los casos ratas... Puaj.

Apeten-cem-bem
Tucumán-len-ci
Amamá-gu-rí...

Se me mezclan los juegos del recreo en el Normal 4. Patio amplio y un ombú. Paredes grises, mucho cielo, poco sol. ¿Recuerdo bien? Jardín de Infantes, el olor del mate cocido con leche en las tacitas de plástico. Yo usaba una canastita redonda, con tapa. Medias tres cuartos, delantal a cuadrillé celeste y luego marrón.

Si estás leyendo, no vas a entender. Porque no hay nada especial que decir. Solo recuerdo cosas y las escribo. Desprolijo, desordenado, vital, como las macetas en mi balcón. Flores lindas, flores secas, cactus, piedras, cielos y el tender con la ropa secándose. Mezcla de orden y desorden. Me gusta así.

¿Y cómo es tu mundo? El mío... Zapatos, sillón, mesa china, monitor, biblioteca. Boina, el chambergo de Manuel y el jueguito de té de Clotilde. Imanes, fotos, luz. Papel, música. Cielo de día con plantas, cielo de noche con luna o con ventanitas amarillitas que se prenden y se apagan. Cocina patito, fea pero linda. Baño oscuro, muy muy blue. Y los colores asomándose siempre que pueden, como en mi corazón. En el dormitorio hay cama, cajas, libro, velas, despertador, foto, foto, fotito y Dios. Y México, China y yo, claro.

Pisa, pisuela color de ciruela
Vía, vía, va este tren
No hay de menta ni de rosa
Para mi querida esposa
Que se llama Doña Rosa
Y que vive en...


(Sol, Do)

sábado, 21 de abril de 2012

Arrorró


Si encontrara esa piedrita... Una como las que marcaban el camino de Hansel y Gretel de regreso a casa... Como un eslabón perdido. 

Harry y Sally están mudos: ya sé lo que van a decir, ya los escuché mil veces. Y los pies se me enfrían otra vez: el otoño finalmente está acá. Parecía que nunca llegaría, pero lo inevitable sucede: siempre.

Una vez te amé con todos, todos mis cielos. Los puse a tu disposición. Eras mi tren, mi andén, mi sol. Y cómo me costó dejarte ir, aunque ya estuvieras lejos. Y ahora recuerdo que fue lindo ser toalla blanca, uña de Dios y todo eso. Hace poco supe que vos también me tenías guardada en un lugar especial. Inalcanzable, imborrable, para siempre. Compañeros de boinas y de cielos. Eso fuimos. Eso somos. Así.

Y ahora estoy pensando que el camino ya está listo. No hay tristeza. Encontré unas alas por acá y me las puse un rato. Después me las saqué y seguí volando. Si no soy pájaro, soy flor. Y si soy barro, algo nuevo crece igual.

¡fiúuuuuu! empezó a soplar el viento. Que despeja. Que arrulla. Que eleva.

...

Y después de leerme no puedo terminar acá. Me olvidaba del sol que sale todos los días. De las ganas de reírse con los pájaros, las flores, el barro y lo que haya. De la fuerza de un avión cuando despega y ¡iupi! se te ensancha el alma, la mente y el amor. Amplio. Tan amplio como el bosque de Hansel y Gretel y tan cálido como el refugio que te espera. En algún lugar.

A ver...

Me costó, ¿eh?
Ahora sí.

sábado, 31 de marzo de 2012

Love, love, love

Fin de marzo. Cielo limpio. Aire fresco. ¿Claro? A veces. Siempre fuerte. Adelante. Alivianando el pasado. ¿El futuro? No sé. Presente. Focalizar en el presente. Ejercicio de escribir para drenar. Una vez por mes, sin falta, escribo en este espacio. Vuelco el corazón y vacío el basurero. La basura a veces es bella. Cielo. Cuánto cielo. A veces compartido. Otras, no. Me tengo. Es lo único que puedo saber. Y hay afectos, claro. Redes. Tejemos redes de colores que sostienen. Y la música. Y otra vez, escribir. Salir al balcón y respirar. Sonreír. Y reír a carcajadas mucho mejor. Soñar. Ver. Ver cómo es. Aunque duela. No sufrir demás. Entender. Procesar. Hacerse cargo, pero sin mochilas. Pensar. Y otra vez soñar. No esperar: hacer. No quejarse. ¿Para qué?

Tele muda y pies abrigaditos. Y la compu abierta recibiendo mis palabras. Como una alcancía de pensamientos, sin orden. Desordenados como mi pelo. ¿Me viste muy peinada alguna vez? No. No soy ordenada, ni pulcra, ni... "Deber ser". Puf...

Y Los Beatles que cantan: "All you need is love, pa pará bará". Por eso me gustan tanto.
O: "And in the end, the love you take is equal to the love you make".

Me quedo con esta.
Fin de la sesión.

martes, 21 de febrero de 2012

Hacia vos


Tanto para decir. Tanto para escribir. Tanto para sentir... Qué sé yo. Algunos días me siento tan tan tan completa de cosas, de proyectos, de sentimientos. Entusiasmo puro. ¿Viste cuando el avión despega? El corazón late más fuerte, te separás del piso, flotás. Sos tan, tan pequeño. De repente. O tan, tan enorme...

"Bailo porque no puedo volar", me lo dijo hace muy poco alguien a quien admiro y respeto enormemente. No es un bailarín profesional. Es un señor que me enseñó y me enseña a ser mejor persona, como un papá. Parecido, bah. Algún día les voy a contar sobre él.

Y la vida es esto. Sencillo. Hacés la plancha y –si te hundís– la volvés a hacer. No pasa nada. Un poco de cuidado con la dirección de los spots, y nunca olvidarse de apuntar uno hacia vos. Siempre. No tiene que ser un par mil. Es sólo un foquito. Pero apenás se quema tenés que tener con qué reemplazarlo. Nada de "baby you can light my fire", como decían los Doors. Todo bien con la pasión... Pero tu luz es tuya, y de vos depende que alumbre. Y el amor le da más brillo, y –tal vez casi sin ocuparte– se mantiene encendida, claro...

No soy fan de Calamaro, pero coincido en que "no se puede vivir del amor". Y yo, ya no quiero a quien no me puede querer. Eso aprendí.

¡Jáiooooooooo, Silver!

domingo, 29 de enero de 2012

Cantar


El primer texto de este año es sobre cantar. Pero no tengo palabras. Yo –que hablo mucho, y escribo cosas todo el tiempo– no encuentro las palabras. Porque cantar es eso: silencio. Silencio en el cerebro, luz en el corazón. La música es verborragia de sentimientos. No pensar. Expresar. Liberar. Y que no te importe. Y si afinás, ¡mucho mejor! Si los que escuchan disfrutan, ¡muuucho mejor! Pero lo esencial es interno. ¿Viste cuando estás en tu casa, solo, y te mirás en el espejo y decís: "¿Qué soy?"? Sólo encuentro la respuesta cuando me pongo a cantar. Porque ya no pasa por mi mente.

Hace muchos años –la primera vez que canté en público– no invité a nadie. Era una muestra de fin de año del conservatorio donde estudiaba en ese momento. Estaba muerta de miedo y me daba mucha vergüenza (todavía me pasa, pero menos). Sólo le avisé a mi amiga Virginia, que es una magnífica taurina sin rodeos cuando de ser frontal se trata (como la mayoría de los taurinos, bah). Ella tiene un aspecto angelical, pero es la persona más directa que conozco y dice verdades –duras a veces– pero verdades al fin. Necesitaba su opinión.

Cuando la muestra terminó, nos fuimos las dos en su autito. No me dijo nada. Y yo, claro, no pregunté: ¡tenía pánico de saber! Me quedé a dormir en su casa y a la mañana siguiente, nuevamente arriba del autito, me dijo: "Ya entendí por qué cantás. Porque cuando lo hacés, sos la que sos, y no la que te hacés." Contundente, brillante, esclarecedor. Yo cantaba desde siempre pero, un par de años antes de esa muestra, había decidido estudiar música para entender cómo funcionaba ese tema para mi. Ya me conocen: siempre procuro entender el funcionamiento de las cosas... Y cantando, justamente, siento que no todo se puede fundamentar, que vale el momento en que algo sucede y te permite ser feliz entre acordes, sin entender.

Cantar. ¿Viste? Es tan simple como eso. Tu música en algún lugar está.

¡Voilà! ¡Encontré palabras!