viernes, 23 de octubre de 2015

Peineta


¿Y cómo hago yo para saber si creer o no? ¿De dónde saco las certezas? No hay. No existen, al menos las que yo busco, las que buscamos casi todos. Los gurúes son excepcionales. Nosotros somos comunes y corrientes, y maravillosos y únicos. Bellos y horribles. Todo eso y nada de nada.

¡¡¡Dejá de gritar en el medio de la calle a medianoche, por favor!!! ¿A quién pueden interesarle tus pavadas? Ufff... Cotiza alto el silencio... pero todos se preocupan por el dólar blue. Tapones, tapitas, tapetes. Cuánto vozarrón verborrágico y vacío... El inicio de la violencia, el fin de la paz. Si pudiéramos escucharnos un poco más, a nosotros mismos, internamente, en silencio... Tu voz es la única que te permite creer. Tu voz silenciosa. La que no hace alarde ni muestra tu yo-yó. Pavos reales con colas de plumero desvencijado. O –peor– con extensiones de melena plástica. No muevas la cabeza: peinate, peinate, ¡peinate bien, peineta!

Nadar, flotar, nadar y estirarse. Que tus brazos toquen un borde y tus piernas el otro. Y que, al soltarte, te transformes en una onda y luego en mar. Pececitos de colores vas a ver... ♪ ♫

Almas cautas. Blanco brillante. Y un senderito sinuoso y lleno de coníferas delgadas y altísimas que tocan el cielo. Nunca más voy a ver a los pájaros que hacen piruetas. Pirueta estuve yo de quedarme ahí. Pero volví.

Y entre las coincidencias y las diferencias, transcurre mi vida. Ni más ni menos que una trama llena de remiendos pero –eso sí– hechos con hilos de muchos colores.

Something in the way she moves... ♪ ♫