domingo, 24 de febrero de 2013

Enredo


Esquivo, esquivo, esquivo. Entro. No veo. Salgo. ¡Pero si sé que hay! Vuelvo a entrar. No veo. ¿Palpo? Sí, palpo. A tientas. Ando a tientas. Me parece que así es nomás: si no ves, palpás y si no, adivinás. O te la jugás. ¿Qué puede pasar? ¿Que pierdas? ¿Y qué podés perder? ¿Las llaves? ¿Las llaves de qué? No, no, no. No confíes en las cerraduras. Las puertas importantes no tienen cerraduras. Se abren con palabras. Palabras mágicas: sinsalabín, abracadabra... Sana, sana, colita de rana...

Y tampoco. Nadie sabe a ciencia cierta cómo hacer para abrir la puerta que le permita entrar dentro de sí. No es ciencia. Es... ¿Intuición? ¿Amor? ¿Rock 'n roll? Sí, tal vez: roca y rollo. O piedras rodando. ¿Canto rodado? ¿Canto y me enredo? Si yo canto me desenredo. Canto para eso: para no pensar. O pienso cantando. Mejor sólo canto. Y ruedo.

Si mi amor es trabalenguas y mi lengua no se traba, vamos bien. Sol bien blanco, ojos puros... Vamos bien. Y se va haciendo letra de canción. Se me va abriendo el alma mientras dejo de toser.

Me dejo en paz. Un ratito me dejo en paz. Hago la cobra, miro al cielo y los brazos cada vez más fuertes me sostienen. Estoy reptando, pero miro al cielo. Hay luz. Sol bien blanco, ojos puros. Miro al cielo. Y si hay techo, igual miro al cielo. Y si hay alma, igual miro al cielo. Y mi cielo es el de todos. Y a veces, sos vos. Y otras, no.

A tientas.

Si sos red, sosteneme. Si no, no sos.

viernes, 1 de febrero de 2013

Un mantra inútil


Me rodea, como el Trópico de Capricornio al planeta. ¿O me atraviesa? Trópico por el calor, Capricornio por la perseverancia. ¿Será por eso que enseguida tengo frío? Cuántos disparates. Debía arrancar en enero, y hace 23 minutos que ya es febrero... Será que no quise arrancar en un mes en el que se supone que HAY que arrancar. Tanto deber... Tanto TOC... Ya no quiero. Ayer fui a escuchar música. "Yo siempre hago lo que me gusta", dijo el contrabajista. Esos sujetos siempre me enseñan algo nuevo, siempre me aleccionan, me sorprenden. A veces me atraviesan, como el trópico.

...

Entonces, empiezo en febrero. Con FE... (¿O con fiebre?). Ya van 31 minutos y me siento bien: no creo que pase de 36º5.

...

No soy buena esquiadora. Siempre me produjo miedo lanzarme en pendiente y depender de mí para llegar sana a la base. A pesar de todo eso, he aprendido a deslizarme bastante bien y aún a tomar velocidad, a riesgo de lastimarme. Ahora hace mucho calor, pero yo voy a todo lo que da: debo haber superado alguna barrera porque ando por ahí, más allá del miedo. Me animé a expulsar (¿a expulsarte?). Me alivia, aunque me duele el estómago de vez en cuando. Y como en esas películas que muestran el paso del día a la noche y luego nuevamente al sol, voy. Me deslizo, corro, me caigo, nado, floto, me hundo, me golpeo, me hago un curso de autosanación. Soy mi gurú, soy mi patín. Pisa, pisuela... Me resbalé... Tengo un chichón. Me río cuando puedo y dejo los ojos bien abiertos para poder llorar.

Este ejercicio número 1 del año 13, comenzando en el mes 2. Qué engrudo. Como el que preparaba en casa de doña Gracielita y don Celso, sobre la calle Centenera, al lado del almacén de Fito. Mezclaba harina, agua, zanahorias... Creo que a veces zapallitos. Todo crudo pero decorado y presentado en una ensaladera de plástico, color verde. Qué sabía yo en ese entonces. No podía imaginar de qué se trataba el trópico. Ni Capricornio. Ni vos. Mucho menos yo.

Detesto que las canillas goteen. Es un desperdicio. Un mantra inútil. Tal vez por eso me cuesta llorar. ¿Un desperdicio? Un mantra útil.

Ya son y 43. 20 minutos. Es suficiente.

Trópico. Capricornio. Patín. Engrudo. Y mi primer "no deber ser" del año 13. Antes de que comience el Año de la Serpiente.

(¡Y a mí qué!)