sábado, 5 de abril de 2014

Colorín, colorado


Me enamoro y te vas. Llegás y partís. Te encuentro pero no estás. Ufa. Es que no te encontré, eras una ilusión. Vaivén constante, como el mar. Bueno, no te enojes. Me gusta pensar que sí-sisisí-sisisí. Ya no tengo expectativas pero sí un montón de fantasías. Qué alivio.

Encontré una pluma. Algún pájaro la perdió. ¿O la habrá dejado en mi camino? No sé: yo me la puse en la cabeza y empecé uououououó como los indios. ¿Será el espíritu de la abuela Rosalía Oviedo? Ella era indígena de verdad.

Quiero ese cóctel. Mi cóctel de boinas, plumas y unos barcos llegando al nuevo puerto. Palabras fuertes con voz suave: esa es mi herencia. Y canto para que suenen mejor. ¿Quién me querrá escuchar? ¿Podrá salvarme el Chapulín Colorado? Yo contaba con su astucia...

Y colorín, colorado, ese cuento se terminó. Me compré un libro nuevo pero las páginas son todas de distintos colores y están muy desordenadas (¡al fin!). Casi no incluyen palabras, sí muchos dibujos: algunos para colorear. Puedo usar lápices, pero prefiero mis manos. Y mis pies. Y muchos pétalos que cuando se marchitan cambian de color, pero siguen oliendo bien.

Ahhhh... Suspiros primaverales de otoño.

–¡Dame la P! 
–Te doy la P
–¡Dame la L! 
–Te doy la L
–¡Dame la A!
–Te doy la A
–¡Dame la Y!
–Te doy la Y
–¡Dame la A!
–Te doy la A

¿Qué queda?
¡Más fuerte!

Playa. Playa. Playa.
Sigo deseando: voy encontrando.