domingo, 16 de febrero de 2014

Salamanca non presta


Hay mucho, mucho viento. Sopla y canta. Dice que está cansado de despeinar gente, que no debería ser necesario tener que hacerlo, que todos tendríamos que aprender a estar despeinados y felices. Que tanto peine no alinea los pensamientos, que es inútil plancharse el pelo, que "lo que natura non da, Salamanca non presta"... Eso ya lo aprendí, por eso nunca me peino demasiado.

Ahora dice que el frío no tiene nada que ver con el clima, y que el amor es cálido más allá de la temperatura. "No están entendiendo nada de nada", repite. Que Mary Poppins no es una historia de ficción, pero que el paraguas es meramente decorativo: para volar no hace falta. Que el vuelo tiene que ver con la combustión que crean el alma, el corazón y la mente cuando se alinean. Alineación y balanceo, bah.

Que el hombre SÍ puede volar, y que nos hicieron creer que no para que... ¿para qué? Me perdí. Se fue. Ya va a volver. Viene a menudo por mi balcón. Me despeina las macetas, me desordena las regaderas y hace bailar al tender. Qué loco...

Siempre, siempre lo recibo con alegría, salvo cuando está tan enojado que me asusta. En fin: así son las pasiones, ¿no?

¿Sí o no? ¿Me estás preguntando? ¿Me estás respondiendo?

...

No sabe. No contesta.