viernes, 29 de diciembre de 2017

Paz chiquita


¿Cómo será? ¿Qué traerá? ¿Seré feliz? Feliz. Infeliz. Otra vez feliz... Las intermitencias de la vida (permiso, maestro Saramago).

Que tengas paz. Paz chiquita. Paz real, de esa que se encuentra por un instante, en el abrazo de un nene que te dice "te quiero". Que puedas simplificar, porque eso también es paz. Que encuentres amor sin ponerle tanta expectativa. Que te dejes abrazar. Que no sufras innecesariamente. Que tu yo se corra, se suavice para que puedas ver un poco más allá de vos. Que seas sensible, porque creo que ahí también hay paz.

Hace falta paz. Mucha. Toda. No la pidas afuera si no la reconocés en vos, es inútil. Otra vez: no exijas lo que no podés dar.

Los 18 marcan un primer paso hacia la adultez. Ojalá que nuestro querido país vaya dejando la adolescencia, que nosotros como ciudadanos podamos crecer. Porque no importa de qué lado estás: tu país sos vos.

Yo seguiré nadando, porque el agua es paz para mí: que vos también encuentres tu salvavidas.

¡Feliz 2018!

lunes, 6 de noviembre de 2017

Eterno



Eternas las sonrisas. Eternos los amores eternos. Un hombre puede volar. Y una mujer también, claro. El cielo se llena de almas que se liberan. Se pone contento mientras nosotros nos entristecemos. Arriba, abajo. Sol, luna. Abrir, cerrar. Vivir, morir.

La sonrisa es eterna. El cuerpo, no. Bah, tal vez sí y no lo sabemos. Flexible la mente, flexible el corazón. Y partiste.

Baby, you can drive my car?

¡Cuántos jazmines vi hoy! No olían a nada. Qué pena. Ya perfumarán.

Mientras, te abrazo, me abrazás, y caminamos de la mano. Qué bueno tenerte. Qué bueno.

(¡Esto era el amor!)

Baby, you can drive my car?

lunes, 24 de julio de 2017

Me despido de Bob


Saltando. Pisando charcos. Pisando sapos. Duele. Se pasa. Vuelve a doler: John silba (I didn't mean to hurt you... ♪ ♫).

Quién sabe sobre el amor. Algo tan concreto, algo tan abstracto. Y uno sobre un bote que hace agua. Y a veces hace falta: nadás.

Para mí el amor es un bote de papel impermeable. Flota y si insistís, se hunde. Mucho remo y brazada. Y buenos deseos. Y corazón sincero.

(Me aburrí.)

Ahora lo tengo a Elvis con fiebre. Ya se le pasará.

No tengo los dedos superadheridos: los tengo congelados. El invierno me paraliza hasta el alma (tengo el alma en la punta de mis dedos: tal cual). Y con este alma congelada intento deslizarme en un teclado que me reclama: "¿por qué dejaste de escribir?".

A ver: John, silba porque está celoso, Elvis tiene fiebre y ya mismo me despido de Bob, porque me da bajón que me diga dónde están las respuestas.

Mi alma congelada en la punta de mis dedos no se puede expresar porque tiene frío. Estoy probando con David: quién si no él para levantar el espíritu... Fame... Same... ♪ ♫

Hoy no. Mañana quizás.
Sopita y a la cama.

(No hubo música que me quite el alma helada de la punta de mis dedos superadheridos... ¿al amor? <3)

lunes, 8 de mayo de 2017

Manuel sabe


Diez dedos vagos. Eso. Pero cuando empiezan a danzar sobre el teclado se arma una trama, una red, un crochet de ideas que buscan salir, expresarse, flotar y –en el mejor de los casos– volar. ¿A vos qué cosas te hacen volar? A mí, la mirada intensa, el abrazo sincero. Y la música, sobre todo (Manuel sabe, porque le pasa lo mismo). 

Busco nido, busco casa, busco cielo: encuentro mar. Siempre hay un mar donde perder la mirada y dejarse llevar. Aunque a veces te pese, aunque otras no entiendas, aunque muchas te enojes con lo que te toca vivir, la vida es maravillosa. Como la música, como el silencio. Como el queso.

Sí, mis queridos: el queso también es vida. No todo tiene que ser tan romántico. Bueno, al menos no para mí. Almibarado, no: paso. Dame ritmo, baby. No empalagues. Si te quiero, te quiero. Si me aburro, me aburro. Las caretas a Venecia. Ser lo que se es, no simular. Ahhhh... ¡qué paz!

En fin. ¿O en principio? No sé. Hay demasiado extremista por ahí. Y yo con mis valiosas medias tintas a cuestas. Mientras los grupos se enfrentan cada vez más, yo me esfuerzo en reforzar mis medias tintas. Fusionarme en colores nuevos, desconocidos. El papel es fuerte: no se va a agujerear. Flexible, más y más flexible. 

(Yo no quiero volverme tan loco...)


La pintura es de Rubén de Luis 

jueves, 9 de marzo de 2017

Creo


Me salteé febrero. Entro en marzo. Marzo porteño, con poco mar. Me faltó un poco más: es lo que hay. Todo no se puede. Frases hechas, un poco deshilachadas. A veces sirven, otras aburren. Para adelante. Sol hay en todas partes. Qué bueno. Gritar como loca, de alegría. La tristeza es silenciosa, pegajosa, pringosa. Attenti, porque te engulle, te atrapa y te sofoca. Basta para mí, basta para todos. ¿Qué es eso de andar peleando y enfrentándose todo el tiempo? Ufff...

Don´t let me down...

Fabia me regaló una lámina de Los Beatles, prolijamente enmarcada. Ellos me sonríen, casi que les rezo y a veces son mi Dios. Yo creo en la música. Creo fervientemente: nada más ecuménico.

Me pregunto: cuando hay hambre y no hay pan duro, ¿qué hacemos?

Don´t let me down...

Está todo un poco turbio. Mucho ruido y nueces rancias. Run, run, run. ¿Por dónde se sale de acá? Por donde haya mar: donde hay mar hay horizonte. Por eso me gusta tanto ir a la playa.

Ya sé: necesitás esperanza. Yo también. Y Esperanza Spalding no puede con todo. Verde, verde es todo lo que he visto: ese color nos ayudará.

Bueno. Divagar es necesario. Como una rutina de des-con-trac-tu-ra. No estuvo pulido, ni suave, ni bello. Aunque las palabras son siempre –al menos– pintorescas. Las letras ensambladas marcan un ritmo único, una cadencia especial. Leer y escribir no es suficiente. Entender y aprender es necesario. Y todo, todo, todo eso que acabo de decir es para mí.

Tengo un mundo de sensaciones, un mundo de vibraciones que te quiero regalar...

lunes, 30 de enero de 2017

Bill


Había escrito un montón de pavadas y cuando busqué la foto de Bill Evans para ilustrar el texto, cambié todo. Así de inspirador es este hombre para mí, aunque no lo haya conocido personalmente: no hace falta, me dejó música para esta vida y todas las que vengan (si Dios quiere y eso existe). Y te juro que no es ningún cliché. Estoy harta de los clichés de todo tipo. Lo único en esta vida de lo que estoy segura es de que la música me conecta conmigo. Es lo único que me conecta conmigo, de hecho. Porque es ahí donde puedo apagar la mente y realmente fluir. Es ahí cuando nada me importa: solo agradecer.

Vos tenías esa misma certeza. Y así nos hicimos amigos. Y deseo creer que de eso se trata la eternidad. Entonces, seguiremos encontrándonos en miles de acordes, esos que te ponen la piel de gallina, te hacen un nudo en la garganta y te emocionan, te entusiasman, te permiten entender cuál es el sentido de existir.

Otra vez, gracias por la música, amigo.