lunes, 14 de noviembre de 2016

Una luna extraordinaria


Jazmines hoy. Jazmines siempre. Una luna extraordinaria y un "te extraño" inútil y que suena a poco. Tengo tu misma sangre: A, RH Negativo. Tus mismos gestos, tus mismos genes. No sabés cuánto me cuesta escribir desde que no me leés. Pero a pura brazada, avanzo. Vasca testaruda. Resignada. Recordándote en medio de una carcajada estruendosa o desde el llanto más desconsolado. Pero el consuelo, llega. Yo sé que es así. Me enseñaste y aprendí.

Chabuca me cantó hoy. El Negro me dijo: "es esa" y yo ni le había preguntado (¿Se lo dictaste? ¿Hay posibilidad de conectarse telepáticamente desde el más allá? ¿Estás en Pehuajó? ¿Huiste cual diva harta de la sobre-exposición del éxito?). Ok. No, no deliro. Juego.

Acá está todo bien. Los jazmines no se extinguieron y aún se pueden comprar. Los cachorros siguen naciendo y cuando uno los ve, la vida es bella. Las plantas que heredé de tu balcón están medio cachuzas. La verdad es que no les doy mucha bola. Igual, están de paro: vos eras su primavera. Y aunque nos parecemos mucho, no las engaño. Tus nietos crecen, crecen sanos. Se equivocan, aprenden, aman, estudian. Lo normal, bah. Mis hermanos y yo hacemos Shazam cuando hace falta. Somos unidos cuando es necesario pero independientes también. Sí: aprendimos. (Ah, gracias por no machacarnos con eso de los compromisos familiares... Tranquila, cumplimos. Pero la no hipocresía sigue intacta).

Ah, voy a cumplir 50. Y cuando escucho: ¡¡¡OHHHHHHHH!!! me da un poco de risa. Se ve que no te conocieron bien, ni a vos ni a papá... ¿Vejez? Ah, ok. Que venga. Voy a hacer todo lo posible para que me encuentre preciosa (por fuera y por dentro).

No. No nos gusta entrar en modo Verónica Castro. La vida sigue. La muerte existe. Pero el amor es indeleble.

Te amo tanto.

(La foto ilustrativa no es de mi balcón, claramente...)