jueves, 3 de diciembre de 2015

Soy


Con todo mi escepticismo a cuestas, ayer sentí que desde algún lugar, juntos, se sonreían y hasta estaban orgullosos de este engendro irónico, sensible y vehemente que dieron a luz. Mientras yo escuchaba la buena música que me recorre al ritmo de la sangre, que me oxigena, me emociona y –una vez más– le da sentido a mi existencia, ustedes, lo que flota de ustedes, sus almas o vaya a saber qué, ahí estaban. Andá a saber, ¿no? Bien podría haber nacido en un circo con semejantes progenitores. Tengo millones de imágenes de ustedes disfrazados, llorando de la risa, cantando... Demostrándose amor en los ojos, en los tonos de las voces. Nada demasiado obvio ni endulzado, nada para la maqueta. Amor puro, sin despliegues almibarados ni pegajosos. Qué par... ¡Qué par!

¿Y querés que yo me vista de rosa y te cante "I'm singin' in the rain"?... No va, no da, no soy. Ni seré. Soy así, y me gusta.

La vida que me dieron seguirá valiendo la pena siempre. Eso aprendí, eso me enseñaron. Remar fuerte cuando está oscuro y disfrutar de la luz. Luz del alma. Soy tan afortunada de ser parte de ustedes. Un 20 de ridículo, otro 20 de orgullo, un 20 de inteligencia, otro 20 más de sensibilidad y –finalmente–  20 de pasión. Soy Pergamino, soy Tampico. Soy –sobre todo– mi querida Buenos Aires que los adoptó. Soy Argentina, soy vino tinto. Soy folklore, tango y jazz. Soy las albóndigas y la tortilla más ricas del universo y también un palo de golf lanzado con furia sobre el tronco de un árbol. Soy Titanes en el Ring y las canciones en canon... Y tanta, tanta felicidad. Soy mar, soy playa. También el dolor de perder y rearmarse, el amor más allá de todo. Soy el olor a jazmines o a fresias. Soy todas las mascotas que vivieron la mejor vida posible en nuestra casa. Soy tantas cosas maravillosas gracias a ustedes, que no puedo más que agradecer.

Los amé, los amo, los amaré eternamente.

Gracias.