martes, 29 de marzo de 2011

Cartón pintado, impulso y fantasía


"Cartón pintado, impulso y fantasía". Gran frase de una de mis más queridas amigas, que de ahora en más llamaremos... mmmm... ehhhh... ¡Bona! Sí, Bona (ya descubrirás quién sos). Y, ¿qué significa? Bueno, fijate qué significa para vos. Para mi son las ganas que quedan en ganas, la actitud histérica, el ego. Dos por tres me encuentro en medio de una situación que automáticamente pone esta frase en mi subtitulado mental. Y ahora, mientras escribo, ese subtitulado me gana y me dice: ¡este blog podría ser justamente eso! Lo bueno, es que en este caso, si lo abandonara no perjudicaría a nadie ¿no? No, definitivamente.

...

¡CIF! C de cartón pintado, I de impulso, F de fantasía. "Efecto CIF". Registrado, lo voy a usar.

Estoy desconcentrada. Puse agua a hervir para comer unos fideítos. Integrales. Con sésamo, un chorro de aceite y muuuuucho, mucho queso. Para mi el queso rallado es como la soda: no pueden faltar en mi heladera. Sin él sería "sosa", a secas. Creo que más que "Sosa Con Sal" soy "Sosa Con Queso"... ¿Moscato, pizza y fainá? Naaaa... "Queso con queso y queso". Pero duro, ¿eh? Provolone, reggianito, sardo... Volá de acá si traes mantecoso. Ese "babosa" sirve solo para fundir.

En fin. Pasé del cartón al queso. Es una característica que me pinta entera. Como al cartón. Yo paso del cartón al queso. Así de simple. Así de queso. ¡Qué hambre! No, ¡vos no! Yo. Tengo hambre. Ocho minutos y me como los fideos.

domingo, 20 de marzo de 2011

Mi amigo el sifón


Francamente, no pensé que me iba a llevar tanto tiempo configurar un blog. Y menos un domingo a la tarde. Todavía me aparecen unas liñitas* rojas, características de corrección de ortografía que no sé cómo sacar, y me molestan... ¿Obsesiva yo? Un poco. Bastante. Pero ahí tienen algo de sal para aderezar un apellido insulso que llevo con orgullo, aclaremos...

Observo que mi autoestima está en un nivel aceptable. Estoy escribiendo para unos hipotéticos "ustedes" que aún no existen ni sé si existirán. Esto de la popularidad cibernética es una especie de desafío, ¿no? Bueno. Seguramente mi mamá me va a leer. Y yo también, a veces.

Pero, por lo pronto, no me ocupa demasiado ese tema. Escribo porque me gusta, y hace años que estoy picando esa pelota. No tengo un proyecto de lo que quiero decir. Casi nunca. Hablo sola en mi casa (por ahora) y me digo y me desdigo. Pero nunca mis ensayos coinciden con el estreno. Creo que a medida que sigan pasando los años seguiré perdiendo filtros y diciendo cada vez con menos culpa lo que se me cruce por la mente. Veremos.

Cuando empecé a pensar en este blog, hace unos días, lo primero en lo que pensé fue en los sifones de vidrio que habían quedado en mi heladera. Es que estaba de vacaciones, en la playa, era de noche y trataba de dormirme a pesar de los ronquidos de Náhuat, una de las perritas de mi mamá. Se ve que eso me produjo sed, aunque no recuerdo esa sensación en aquel momento. Y fue entonces que pensé el primer título: "Mi amigo el sifón". Es que, ¿hay algo más placentero que tomar soda fresca del sifón de vidrio durante la noche? El camino que une mi cama a la heladera es una "S" (o una "Z", no sé) que hago automáticamente en busca de ese placer. Maravilloso momento. Porque luego siguen unas horas de descanso: qué lindo volver a la cama sabiendo que se puede seguir durmiendo...

¿Intrascendente, no? Es coherente: desde hace un tiempo estoy descubriendo la riqueza de lo intrascendente. O no tan intrascendente, porque, insisto: el sifón es mi amigo.

¡Gracias, Ivess!

* "Liñitas" no existe en el diccionario, pero no encuentro mejor forma de escribir esta palabra, así que...