sábado, 21 de abril de 2012

Arrorró


Si encontrara esa piedrita... Una como las que marcaban el camino de Hansel y Gretel de regreso a casa... Como un eslabón perdido. 

Harry y Sally están mudos: ya sé lo que van a decir, ya los escuché mil veces. Y los pies se me enfrían otra vez: el otoño finalmente está acá. Parecía que nunca llegaría, pero lo inevitable sucede: siempre.

Una vez te amé con todos, todos mis cielos. Los puse a tu disposición. Eras mi tren, mi andén, mi sol. Y cómo me costó dejarte ir, aunque ya estuvieras lejos. Y ahora recuerdo que fue lindo ser toalla blanca, uña de Dios y todo eso. Hace poco supe que vos también me tenías guardada en un lugar especial. Inalcanzable, imborrable, para siempre. Compañeros de boinas y de cielos. Eso fuimos. Eso somos. Así.

Y ahora estoy pensando que el camino ya está listo. No hay tristeza. Encontré unas alas por acá y me las puse un rato. Después me las saqué y seguí volando. Si no soy pájaro, soy flor. Y si soy barro, algo nuevo crece igual.

¡fiúuuuuu! empezó a soplar el viento. Que despeja. Que arrulla. Que eleva.

...

Y después de leerme no puedo terminar acá. Me olvidaba del sol que sale todos los días. De las ganas de reírse con los pájaros, las flores, el barro y lo que haya. De la fuerza de un avión cuando despega y ¡iupi! se te ensancha el alma, la mente y el amor. Amplio. Tan amplio como el bosque de Hansel y Gretel y tan cálido como el refugio que te espera. En algún lugar.

A ver...

Me costó, ¿eh?
Ahora sí.