sábado, 24 de enero de 2015

Las almas existen


Hoja en blanco. Como un pañuelo nuevo. ¿Para llorar? ¿Para reír? Quién sabe. Solo sé que siento y sé. ¿Qué pienso? Mmmm... La cabeza es versátil, el corazón, no.

Alargás el cuello a lo jirafa, olés. ¡Sentís! ¡Sí! Si sabés qué es lo que sentís. El corazón no caretea nunca. No puede. No sabe. Nunca aprendió. Y si tu corazón aprendió a caretear... Me das pena. Eso es feo e irreversible.

¿Para qué te sirve vivir si no te podés mostrar, si nunca te ves? ¡Cartón pintado, impulso y fantasía! La violencia no es exclusivamente una piña. ¡Tiene tantas formas! ¡Miles de caretas, espantosas todas!

Yo NO quiero. NO. Nunca. A veces imagino cómo sería naufragar. Naufragar es ser vos. Cuerpo, corazón, mente, mar y –con suerte– una isla adonde llegar. Una isla. Un árbol. Sol y sombra. Agua para beber. Y ya.

Esencialmente somos eso: náufragos. Todos los oropeles, los adornos, los accesorios son blablablá.

Ella acaba de partir. Pero yo creo que la conocí. Y la admiro. Porque su tesoro fue una foto y su carruaje un Fitito que la llevó hasta Brasil, ida y vuelta. Y nunca se perdió. Además, la única vez que la ví, me despidió con un beso. Es suficiente para mí.

Vida. Vida. Vida. Quedate un rato largo. Tengo tanto, tanto, tanto que aprender. Y disfrutar. Yo te agradezco la piel de gallina. Y el humor. Y el amor. ¡Y la libertad! Ah, y al Flaco Spinetta.

Me voy a soñar. Volví. Me hago la que ya no sueño pero se me pasa. Porque durmiendo diseño nuevas vidas. Y así tengo varias. Y me reencuentro con mis muertos y los abrazo de verdad. Y vuelvo con la sonrisa renovada.

Las almas existen. Lamento mucho que no lo creas. Los cuerpos son todos iguales, las almas son todas distintas.

Haceme reír un rato. Es tan fácil...