domingo, 24 de julio de 2011

El alíscafo humano



Ni sí, ni no, ni blanco, ni negro.

Claro que sé jugar a ese juego. A veces pierdo, a veces gano. Como todos. ¿Vos jugaste alguna vez? Seguro que... seguro.

Pasá esto a la vida: a la tuya, a la mía, a la que quieras. Estaría bueno aplicarlo, ¿eh? Estoy en desacuerdo con la idea de que éso es mediocridad. Tal vez eso es el famoso "dejá que fluya". Como cuando hacés la plancha, te relajás... te relajás... te relajás y te olvidás de que estás flotando: ¡ahora estás volando!

Durante mucho tiempo soñé (sueño de vez en cuando) que volaba. Pero nada de Superman: mi técnica es muy poco llamativa. Consiste en sostenerse de los respaldos de dos sillas colocadas a los lados del cuerpo elevándose unos centímetros del suelo mediante la fuerza de los brazos (¿la cazaste?). Una vez lograda esta sencilla maniobra, me suelto y salgo volando. Una especie de alíscafo humano. Maravilloso.

Y cuando cocino juego a Doña Petrona: relato las recetas y muestro el plato terminado. Nada de Narda Lepes: Do-ña-Pe-tro-na. Y a veces, con Juanita.

¿Viste que se puede? Ni sí, ni no, ni blanco, ni negro. Dejá que fluya.

viernes, 22 de julio de 2011

Mesa 2


Es que a veces no tengo alternativa. Porque si hablo conmigo y me contesto, voy cambiando constantemente las preguntas y las respuestas. En cambio si escribo, acá queda. Claro, lo puedo modificar cuando quiera... Pero en este espacio el copy-paste solo vale para optimizar la redacción.

No me gusta hacer trampa, mucho menos a mi misma. ¿Qué sentido tendría ganar si sabés que te estás mintiendo? La mentira tiene patas cortas y yo tengo patas largas. No somos compatibles, no nos sentimos bien juntas.

En mi camino habitual a la fábrica, los martes y jueves tempranito, cada cuadra es una pieza de rompecabezas. Cuando miro la numeración de Avenida de La Plata y faltan 18 cuadras, siento que va a ser un día un poco chato. Si solo observo los números al final de mi caminata es que habrá buen material. Nunca me enganché con el ommm, la meditación con velas y Sai Baba. Pero medito. Cuando camino. O cuando voy a nadar. Sólo eso impulsa mi pequeñísimo, casi imperceptible costado deportista.

Cantar es otra cosa. Es difícil de explicar. ¿Otra meditación? Qué sé yo: no tengo la más pálida idea. Y –en verdad– es muy lindo si el que te escucha disfruta. Pero si no, es muy lindo también.

Te estoy decepcionando. Es que no escribo para vos hoy: escribo para mi. Ni sé si lo voy a publicar, lo tengo que releer antes. Te prometo que en otro momento vuelvo a lo popular. A lo mejor.

Muy buenas noches,
Hasta mañana,
Este perrito se va a la cucha,
Y los niños a la cama.

Sí. Sale con fritas. Mesa 2.

domingo, 17 de julio de 2011

Blues



Escribir sin pensar. Pensar sin razonar. Razonar sin... sal.

Sazonar antes de cocinar. Cocinar sin hervir. Hervir sin... sed.

Sedienta en medio de la noche. Siempre hay un vaso de agua en mi mesa de luz. Un vaso transparente. A veces es azul. Me gustan los colores transparentes, sobre todo el azul. Pero sólo el azul transparente. O el azul cielo. O el azul del sur.

Nunca consumí drogas.

Mi vecina de arriba se durmió. Menos mal, porque es el único momento en el que se saca los zapatos y dejo de escuchar su toc-toc. Estoy pensando seriamente en regalarle unas chinelas. Se está perdiendo el placer de usarlas y yo estoy perdiendo el placer del silencio sobre mi cabeza.

Un poco gris. Un poco frío. Esta vez no hubo Michael Jackson que alcanzara...

(Y la tipa se despertó... ¿Le subo las chancletas ahora?)