miércoles, 29 de abril de 2015

Intermitente


Es un ejercicio extraño este de obligarme a escribir una vez por mes. Raro y revelador, porque siempre me permite encontrar algo nuevo en qué reflexionar. Yo pienso todo el tiempo. Todo. Y escribir me libera de pensar. No es poco.

Pienso que si pensara pensamientos pensados pensaría... menos.

... ... ...

Desconecto: ¡ahí va!

Lluvia, puerta golpeando al compás del viento que se cuela por mis ventanales desencajados. Desencajados como las caras de las viejitas que solo se sostienen a través de las sonrisas. Me encantan las viejitas sonrientes y escapo a las quejosas... 

Las quejas... Uhhhh, las quejas. Habría que construir una usina que se alimentara de quejas argentinas: tendríamos electricidad de sobra y podríamos regalarla a quienes quisiéramos. Seríamos como unos Papá Noeles que en lugar de atuendo rojo llevarían uno celeste... y blanco, claro.

Blanco es el color de la luz del sol. Blanco es no pensar. Blanco es acertar. Y cuanto menos pensás, más acertás. Nada se pierde, todo se transforma. Somos lo mismo con diferente envase, ya lo escribí alguna vez. Con más o menos ego. Y el ego es negro, opaco. Salvo cuando te empuja a salir de tu propia mediocridad: ahí se vuelve rojo intenso.

Intenso. Qué lindo adjetivo. Alguien me preguntó hace poco qué buscaba en un amor. Intensidad, dije. Suena agotador, ya sé. Me quedé pensando en eso...

BLANCO. BLANCO. BLANCO.

Digo: ¿y si te reís más y te botoxeás menos?
(La risa artificial del bótox me asusta. Como El Guasón.)
Probá despeinarte, reírte, no ser tan tan tan perfecto, que cada vez te importe menos el qué dirán. Encontrar lo que te desestructura y te alivia: lo que te hace reír sin pensar. Eso es intensidad, para mí.

Una vez leí un reportaje a Hermeto Pascoal. Él decía que desde pequeño hacía música con los ruidos que lo rodeaban. Si mal no recuerdo, vivía en una granja. Y contaba que a partir de los sonidos que emitían los animales él componía músicas. Y también re-interpretando los ruidos de las máquinas. Yo no soy Hermeto Pascoal, claro está. Pero sí creo que los ruidos se pueden volver canción, aunque mi canción preferida sea la del silencio.

Ese es un texto en blanco.
(Desconecto. Conecto. Desconecto. Conecto. Desconecto. Desconecté.)